Dentro de las corrientes del crecimiento interior es frecuente que se nos cite que en los demás nos vemos reflejados. Es decir, el otro con frecuencia nos hace de "espejo" para que tomemos consciencia tanto de nuestros puntos fuertes como de aquellos puntos en los que tenemos que mejorar. Si nos tomamos en serio la técnica y comenzamos a trabajarla solemos comenzar analizando aquellas cuestiones que nos enfurecen o duelen dentro de nuestras relaciones personales para detectar en qué situaciones o ambientes nosotros nos comportamos de la forma en las que nuestros espejos activan dichas sensaciones para poder corregirlas. Pero desgraciadamente muchas personas - las que se resisten a cambiar- lejos de recuperar esta valiosa información para aplicarla a su propio crecimiento... reaccionan contra el espejo que los enfurece... para convertirlo en su diana.
En lugar de corregir sus sombras arremeten contra la persona que les hace de espejo porque les duele verse reflejados en ella... sobre todo si lo que ven es su falta de progreso y avance cuando se comparan con el otro. Y lo más triste del caso es que cuanta más comprensión y nivel de consciencia alcanzas más veces te tocara ejercer de espejo-diana... tu crecimiento incomodará y mucho a tu entorno porque les estarás mostrando que el cambio que dicen de boquilla anhelar es posible si se abandona el ego. Sin proponértelo les estarás reflejando todas las virtudes y beneficios que pueden alcanzar si de forma comprometida trabajan para lograrlo... porque si lo ven en ti es precisamente porque esas cualidades se encuentran también en ellos.
Pero para darse cuenta de esto hay que ir un poquito más allá de la pataleta egoíca y para un ego que envidia lo que ve que el otro ha conquistado no siempre es fácil de conseguir. Sobre todo porque por mucho que lance darnos envenenados hacia lo que considera una diana... la luz del espejo en el que le duele mirarse no se apagará. El que ha tomado consciencia ya no entra en ese juego absurdo y sigue ejerciendo su función sin inmutarse precisamente porque ha logrado sanar en su interior sus heridas. Es inmune a los darlos que le lanzan, porque cuando las heridas han sido reemplazadas por plenitud no hay sufrimiento posible.
El único ego que sufre es el que elije mantenerse en el auto engaño para permanecer oculto bajo múltiples máscaras de "inocencia" - por si le pillan y así poder justificarse- mientras esconde la mano con la que tira las piedras en el tejado del que envidia en silencio.
Todas esas piedras y darnos envenenados las están tirando sobre tu propio tejado lo sepan o no. Por eso ese ego sigue sufriendo mientras el otro permanece en paz haga lo que haga. La solución no está en apagar la luz del otro, sino en activar la propia sanando en nosotros todo aquello de lo que aún somos prisioneros. Si lo hacemos así en lugar de buscar dianas contra las que cargar las tintas... acabaremos convirtiéndonos en espejo de otro para ayudarlo a avanzar.